Este es el primer capítulo de una historia que llevo un tiempo queriendo empezar a escribir para ver cómo sale. Descubrí que en Google Plus había una página que había propuesto a gente que estuviésemos por ahí escribir relatos y todos se recogerían en un libro que cuando fuese suficientemente grande sería editado e impreso para distribuir libremente como quisiéramos. Así que me decidí a escribir mis "relatos" como capítulos de la historia que quería comenzar a escribir. Aprovechando que tengo esto también poco parado voy a ir poniendo cada uno de los relatos por aquí para que haya otro sitio donde se puedan leer. Así que esta es mi forma de volver a empezar con el blog. Este es el primer, y corto, capítulo de la hisotoria.
Primer capítulo.
Hola, mi nombre es Pablo y he decido que voy a contaros la historia que me trajo aquí. Aquellos días son un como una mancha difuminada en mi cabeza pero, vagamente, consigo recordar qué fue lo que sucedió antes de llegar a dónde hoy me encuentro.
Era navidad, de eso estoy seguro. Siempre me ha gustado mucho el ambiente navideño con la familia, las cenas multitudinarias, el recordar viejos tiempos y hablar de cómo ha cambiado todo en cuestión de unos pocos años. Era la cena de nochebuena, el tío Blas presidía la mesa. Nadie le había reconocido un papel especial en la familia pero todo el mundo le tenía un cierto afecto. A su izquierda, o su derecha, no recuerdo muy bien, estaba su mujer, Esperanza, y su hijo Jesús. Jesús y yo éramos como uña y carne, siempre habíamos estado juntos desde pequeños y nos embarcábamos en planes cada vez más extraños y perversos para pasar un buen rato. Una vez acabamos en el hospital porque queríamos comprobar si podíamos descender por la ventana de mi cuarto hasta el suelo por una sábana. Mala idea, no aconsejo intentar esto en casa. Mi padre y mi madre, Antonio y Ana, estaban al otro lado de la mesa y mis otros tíos aún estaban por llegar.
La noche transcurría tranquila contando como nos había ido este año. Hacía un tiempo que no nos veíamos. Los tiempos en los que todos los fines de semana nos encontrábamos para comer juntos ya pasaron. Jesús encontró un trabajo y estaba casado y mis tíos... bueno, supongo que cuando te haces mayor te apetece quedarte en casa tranquilo en lugar de estar viajando cada semana.
Jesús nos contaba que su mujer no podía venir a la cena porque esa noche tenía guardia en el hospital. Trabajaba en el área de psiquiatría como enfermera. Siempre le he tenido mucho respeto porque tratar con personas que en cualquier momento pueden reaccionar de forma violenta sin motivo aparente es algo que me impone bastante. Mi padre comenzó a contar cómo le iba en el almacén en el que trabajaba y yo... pues bueno, supongo que era el que menos tenía que contar, seguía en paro y aunque tenía un ciclo profesional acabado no conseguía encontrar nada.
Recuerdo esta escena bastante bien. Aquí fue cuando empezó todo. Mi madre traía el marisco, mi padre reía, mi tío blas se encendía su puro y yo disfrutaba de la noche en familia. Este fue el momento en el que todo esto dejó de tener sentido, ese fue el momento en el que mi primo Jesús recibió la llamada. Le comentaban que había tenido lugar un problema en el psiquiátrico. Se había declarado un incendio en la última planta donde estaban ingresados los enfermos más peligrosos y, entre el pánico, varios de ellos habían escapado. No se sabía nada de su mujer, varias enfermeras estaban graves y el guardia del pasillo había muerto pero su mujer había desaparecido, nadie la había visto después del incendio.
Ese es el momento en que todo comienza a derrumbarse. La navidad había acabado. La cena había acabado. Las risas se tornaron en silencio. Ese fue el momento en el que empezó todo. Nadie podría decirme que un tiempo después estaría contando aquí esta historia. Nadie podría decirme que un tiempo después estaría contando cómo morí.
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