viernes, 12 de agosto de 2011

El juego de Jaime, María y José

Jaime, María y José eran tres niños que iban juntos al colegio todos los días. En el pequeño trayecto que separaba la casa de María del colegio (era la última en ser recogida por sus dos amigos) les gustaba pensar en algún juego nuevo para jugar ese día en el recreo. A veces se les ocurría que podían jugar a echar carreras, otras veces el escondite era su mejor opción e incluso a veces se atrevían a molestar a la directora Beatriz como parte de algún juego extraño ideado por José, el más travieso de los tres.

María era la delegada de su clase y eso para ella era una gran responsabilidad así que tenía que procurar no llamar la atención y que todos los niños en su clase se comportasen como es debido: siendo todos tratados por igual y con justicia.

Aquel día José salió de su casa ya con algo en mente, maquinaba la forma perfecta de pasar el recreo. El día anterior había hecho un castillo de plastilina en clase de manualidades y bastantes niños en la clase estaban alucinados con el castillo que hizo. José se percató de que los niños lo alababan, de que tenía popularidad, aunque él aún no sabía muy bien lo que podría lograr con esto. Por la mañana pensando en algún juego para el recreo pensó en aprovechar esta nueva fama que había conseguido y se le ocurrió que podría organizar una reunión en el recreo para contar a todos sus amigos cómo había hecho el castillo de plastilina y así compartir con los demás como hacerlo. Para ello solo necesitaba el patio del recreo, sacar todas las sillas de las aulas al patio y una pizarra para explicarlo.

-Eso es lo que necesito y así podemos hacer un recreo increíble, como si fuésemos mayores- dijo José.

-Mmmm... no sé, no me termina de convencer la idea, hay gente que no cree que tu castillo estuviese muy chulo y además hay gente que piensa que ni lo hiciste tu, que te lo dió tu padre.- acusó María - Además, si sacas todas las sillas al patio, durante el recreo no podremos jugara otra cosa si queremos y a los profes les va a costar trabajo pasar de un sitio a otro.

-Bueno, tampoco creo yo que sea para tanto-dijo finalmente Jaime-yo puedo ayudar a montarlo todo y como ayudar a alguien dice la seño que es bueno me pones un punto en la hoja de logros y así luego la seño me invita a chuches. Además, José siempre ha sido nuestro amigo y siempre lleva razón en lo que hace y lo que dice, si alguien quiere el recreo para una reunión de mayores ¿quién la va a hacer antes José o... Mohamed, por ejemplo? Yo creo que José que para eso es más amigo nuestro.

-A mí ese juego no me gusta. Vais a sacar las mesas de todos y vais a ocupar el patio. No vamos a poder jugar a nada más que a vuestra reunión y José muchas veces también ha hecho cosas malas!-dijo María.

-Pero eso fue hace mucho, ¡ya no se vale!-dijo José defendiéndose ante las acusaciones de María.

Durante un tiempo discutieron si era buena idea o no jugar a los mayores en el patio del recreo hasta que llegaron al colegio y se cruzaron con la directora Beatriz.

-¿Qué os pasa hijos?-pregunto la directora.

Estos le contaron lo que habían estado discutiendo y tras escucharlos la directora pensó durante un momento.

-A mi me parece bien, así además todos los niños podréis aprender a reuniros-dijo la directora Beatriz.

-Pero señorita, va a usar lo que es de todos y no todos quieren jugar a los mayores, además en el patio somos muchos y si juegan a los mayores... no vamos a poder correr- dijo María intentando defender su postura.

-María ¿cuántas cosas buenas ha hecho José? Tiene muchos amigos y además Jaime va a ayudarle a meterlo y sacarlo todo y así por ayudar se gana unas chuches.

-Jo... siempre que José quiere se sale con la suya aunque los demás no queramos, no es justo- se quejó María.

-Venga María, verás como te lo pasas muy bien. Hoy en el recreo jugaremos al juego de los mayores que os habéis inventado, lo llamaremos por vuestras iniciales mmm... JMJ ¿de acuerdo?

-Siiiiii-dijo José.
-Siiiiii-dijo Jaime.
-No, pero parece que no puedo hacer nada por evitarlo-dijo María.


Moralejas: No sienta bien que se use lo que es de todos para algo que solo unos pocos disfrutan y a los mayores: dejad ya a los niños que se de cuenta de sus errores solos, no os metáis en medio.

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